Leyla 19:32:00, sábado, 28 de junio de 2014 Permalink
Espejismo.
Empezó a diluviar, pero eso no impidió que cogiera su raída chaqueta y saliera a la calle en busca de su ansiado ordenador nuevo. Conocía esa sensación de despertarse en medio de la noche con una idea en la cabeza mientras que una voz dentro de él le reclamaba que escribiera urgentemente, pero en ese momento, lo que necesitaba era borrar de su mente a una figura con abrigo rojo que se alejaba cada vez más hasta perderse en el horizonte, la misma figura que promocionó su anterior libro hasta alcanzar el estrellato, pero no, ya no era el momento de dejar que la dueña del abrigo recorriera su imaginación. Había llegado el momento de enterrarla y procurar que no volviera nunca más. Hay deseos que son efímeros, pero esta vez había aprendido bien la lección. Habían pasado dos años y sabía perfectamente cuál era su destino. Lo que desconocía es que el destino es caprichoso, y por eso tuvo la sensación de enloquecer cuando apareció, en medio de la plaza, la misma dama del abrigo rojo cual espejismo. No dio tiempo a un intercambio de miradas, el joven dio media vuelta antes de que nadie se percatara de su presencia.
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